¿Por qué Moisés no pudo entrar en el Tabernáculo después de su finalización?

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La narrativa de Moisés y el Tabernáculo es un segmento profundo del Pentateuco, específicamente dentro del libro del Éxodo, que narra no solo la liberación de los israelitas de la esclavitud egipcia, sino también su formación espiritual como el pueblo elegido de Dios. El Tabernáculo, una morada terrenal portátil para la presencia divina, se erige como un símbolo central de esta relación de pacto. Cuando encontramos el pasaje donde Moisés no puede entrar al Tabernáculo después de su finalización, nos lleva a una profunda exploración de la naturaleza de la santidad de Dios, el papel de Moisés y el significado del propio Tabernáculo.

En Éxodo 40:34-35, leemos: “Entonces la nube cubrió la tienda de reunión, y la gloria del Señor llenó el tabernáculo. Y Moisés no pudo entrar en la tienda de reunión porque la nube se asentó sobre ella, y la gloria del Señor llenó el tabernáculo.” Este momento ocurre en la culminación de los esfuerzos de los israelitas para construir el Tabernáculo de acuerdo con las instrucciones precisas dadas por Dios. La nube y la gloria del Señor, a menudo referidas como la gloria Shekinah, significan la presencia de Dios habitando entre Su pueblo.

Para entender por qué Moisés no pudo entrar, primero debemos considerar la abrumadora santidad y majestad de la presencia de Dios. La gloria del Señor era tan intensa y abarcadora que incluso Moisés, quien había hablado previamente con Dios cara a cara, no pudo entrar. Esto ilustra un principio bíblico fundamental: la santidad de Dios es tanto impresionante como, a veces, inaccesible para la humanidad. El Tabernáculo no era meramente una estructura física, sino un espacio sagrado donde el cielo y la tierra convergían. La santidad de Dios a menudo se representa como un fuego consumidor (Hebreos 12:29), y requiere un enfoque reverente y preparado.

La incapacidad de Moisés para entrar al Tabernáculo también resalta la transición en la narrativa de Moisés como el único mediador entre Dios y el pueblo al establecimiento de un sistema sacerdotal. Hasta este punto, Moisés había sido el intermediario principal. Sin embargo, con la finalización del Tabernáculo, el sacerdocio levítico, liderado por Aarón, el hermano de Moisés, asumiría un papel más central en la mediación entre Dios e Israel. Este cambio se elabora más en el libro de Levítico, donde se detallan los roles y responsabilidades de los sacerdotes. La finalización del Tabernáculo marca una nueva fase en la adoración y relación de pacto de los israelitas con Dios, donde el sacerdocio se vuelve esencial para mantener la sacralidad y el orden requeridos para la adoración.

Además, el evento subraya la importancia de la obediencia y el cumplimiento de los mandamientos de Dios. Todo el proceso de construcción del Tabernáculo se realizó de acuerdo con las especificaciones exactas proporcionadas por Dios a Moisés en el Monte Sinaí (Éxodo 25-31). La presencia de Dios llenando el Tabernáculo fue un respaldo divino a la obediencia y dedicación de Israel. Fue un momento de aprobación divina, mostrando que cuando el pueblo de Dios sigue Sus instrucciones con fidelidad, Su presencia se manifiesta entre ellos.

Este incidente también prefigura la narrativa mayor de la redención y la eventual venida de Jesucristo. El Tabernáculo, con sus rituales y sacrificios, apunta al sacrificio último de Cristo, quien abriría un camino para que la humanidad entrara en la presencia de Dios. En el Nuevo Testamento, vemos que a través de Cristo, las barreras que una vez separaron a la humanidad de la santa presencia de Dios son removidas. Hebreos 10:19-22 habla de este nuevo acceso: “Por tanto, hermanos, teniendo confianza para entrar en los lugares santos por la sangre de Jesús, por el camino nuevo y vivo que Él nos abrió a través del velo, esto es, de Su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero en plena certidumbre de fe.”

La nube que cubre el Tabernáculo y la incapacidad de Moisés para entrar también sirve como un recordatorio del misterio y la trascendencia de Dios. Aunque Dios desea habitar entre Su pueblo, Sus caminos y presencia están más allá de la comprensión humana. Este misterio invita a una postura de humildad y reverencia. Recuerda a los creyentes que, aunque Dios está íntimamente involucrado con Su creación, Él sigue siendo soberano y más allá de los confines de la comprensión humana.

En la reflexión teológica, este pasaje anima a los creyentes a considerar la naturaleza de la presencia de Dios en sus propias vidas. Desafía a los fieles a acercarse a Dios con respeto y asombro, reconociendo tanto Su inmanencia como Su trascendencia. La historia del Tabernáculo es un llamado a construir espacios en nuestras vidas—físicos, espirituales y comunitarios—donde la presencia de Dios pueda habitar ricamente.

La finalización del Tabernáculo y el posterior llenado de él con la gloria de Dios también enfatizan el aspecto comunitario de la adoración. Los israelitas, bajo el liderazgo de Moisés, trabajaron juntos para crear un espacio donde Dios pudiera habitar entre ellos. Este esfuerzo comunitario refleja el cuerpo de Cristo hoy, donde los creyentes están llamados a trabajar juntos para edificar la iglesia, el lugar de morada espiritual de Dios (Efesios 2:19-22).

En conclusión, la incapacidad de Moisés para entrar en el recién completado Tabernáculo es un evento multifacético rico en significado teológico. Habla de la santidad de Dios, la transición a un sistema sacerdotal, la importancia de la obediencia y la prefiguración de la obra redentora de Cristo. Desafía a los creyentes a acercarse a Dios con reverencia y a fomentar comunidades donde Su presencia sea bienvenida y celebrada. Al reflexionar sobre este pasaje, se nos invita a profundizar nuestra comprensión de la santidad de Dios y Su deseo de habitar entre Su pueblo, tanto en el mundo antiguo como hoy.

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