¿Quién era Agar en la Biblia?

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Agar es una figura significativa pero a menudo pasada por alto en la narrativa bíblica, particularmente en el libro de Génesis. Su historia está entrelazada con el patriarca Abraham y su esposa Sara, y proporciona profundas ideas sobre temas de fe, sufrimiento y la providencia de Dios. Para apreciar plenamente el papel y la importancia de Agar, es esencial profundizar en los contextos culturales, históricos y teológicos de su historia.

Agar aparece por primera vez en Génesis 16. Se la presenta como una sirvienta egipcia de Sara, la esposa de Abraham. En este punto de la narrativa, Abraham y Sara no tienen hijos, a pesar de la promesa de Dios de que Abraham sería el padre de una gran nación (Génesis 12:2-3). Sara, en su desesperación e impaciencia, decide tomar el asunto en sus propias manos. Ella le da a Agar a Abraham como concubina, con la esperanza de construir una familia a través de ella. Este acto refleja las costumbres de la época, donde una esposa estéril podría ofrecer a su sirvienta a su esposo para producir un heredero.

Génesis 16:1-2 dice:

"Sarai, esposa de Abram, no le había dado hijos. Pero tenía una esclava egipcia llamada Agar; así que le dijo a Abram: 'El Señor me ha impedido tener hijos. Ve, acuéstate con mi esclava; tal vez pueda formar una familia a través de ella.' Abram estuvo de acuerdo con lo que Sarai dijo."

El posterior embarazo de Agar lleva a la tensión y el conflicto. Una vez que Agar concibe, comienza a despreciar a Sara, tal vez sintiéndose elevada por su nuevo estatus como madre del hijo de Abraham. En respuesta, Sara maltrata a Agar, lo que la lleva a huir al desierto. Este momento de huida es crucial, ya que es aquí donde Agar encuentra al Ángel del Señor.

En el desierto, Agar experimenta un encuentro divino que es tanto personal como profundo. El Ángel del Señor la encuentra junto a un manantial y le habla, preguntándole: "Agar, esclava de Sarai, ¿de dónde vienes y a dónde vas?" (Génesis 16:8). Esta pregunta no solo se refiere a su viaje físico, sino también a su situación existencial. El Ángel le instruye que regrese a Sara y se someta a ella, acompañado de una promesa de que sus descendientes serán tan numerosos que no se podrán contar. Esta promesa refleja la dada a Abraham, indicando que el pacto de Dios se extiende más allá de la familia inmediata de Abraham y Sara.

Génesis 16:10-12 registra las palabras del Ángel:

"El ángel añadió: 'Aumentaré tanto tus descendientes que no se podrán contar.' El ángel del Señor también le dijo: 'Ahora estás embarazada y darás a luz un hijo. Le pondrás por nombre Ismael, porque el Señor ha escuchado tu aflicción. Será un hombre indómito como un asno salvaje; su mano estará contra todos y la mano de todos contra él, y vivirá en hostilidad hacia todos sus hermanos.'"

El nombre "Ismael" significa "Dios escucha", lo que significa que Dios ha escuchado la aflicción de Agar. Este encuentro marca la primera vez en la Biblia que un mensajero divino se dirige directamente a una mujer. Agar responde nombrando al Señor que le habló como "El Roi", que significa "el Dios que me ve", reconociendo que ha sido vista y escuchada por Dios en su angustia.

Agar regresa a Abraham y Sara y da a luz a Ismael. Sin embargo, la historia no termina aquí. Años después, después de que Sara milagrosamente da a luz a Isaac, surge una nueva tensión. Sara ve a Ismael burlándose de Isaac y exige que Abraham envíe a Agar y a su hijo lejos. Abraham está angustiado, pero Dios lo tranquiliza, diciéndole que escuche a Sara y prometiéndole que Ismael también se convertirá en una gran nación.

Génesis 21:14-19 narra su partida:

"Al día siguiente, Abraham tomó algo de comida y un odre de agua y se los dio a Agar. Los puso sobre sus hombros y luego la envió con el niño. Ella se fue y vagó por el desierto de Beerseba. Cuando se acabó el agua del odre, puso al niño debajo de uno de los arbustos. Luego se alejó y se sentó a una distancia de un tiro de arco, porque pensó: 'No puedo ver morir al niño.' Y mientras estaba sentada allí, comenzó a llorar.

Dios escuchó al niño llorar, y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo y le dijo: '¿Qué te pasa, Agar? No tengas miedo; Dios ha escuchado al niño llorar mientras está allí. Levanta al niño y tómalo de la mano, porque haré de él una gran nación.' Entonces Dios le abrió los ojos y vio un pozo de agua. Así que fue y llenó el odre con agua y le dio de beber al niño."

En este segundo encuentro divino, Dios reitera su promesa a Agar, asegurándole que Ismael no solo sobrevivirá sino que prosperará, convirtiéndose en el progenitor de una gran nación. Este momento subraya la fidelidad y el cuidado de Dios por Agar e Ismael, a pesar de su estatus marginado.

La historia de Agar está llena de implicaciones teológicas y éticas. Destaca la preocupación de Dios por los marginados y oprimidos. Agar, una esclava egipcia, una mujer de bajo estatus, se convierte en receptora de las promesas y el cuidado de Dios. Su historia desafía las normas patriarcales y etnocéntricas de su tiempo e invita a los lectores a ver el amor y la justicia inclusivos de Dios.

Además, la narrativa de Agar se cruza con temas bíblicos más amplios de fe y cumplimiento de las promesas de Dios. Sus experiencias de sufrimiento y encuentro divino reflejan el motivo bíblico más amplio de Dios encontrando a las personas en su angustia y transformando sus circunstancias. La historia de Agar también prefigura el énfasis del Nuevo Testamento en el cuidado de Dios por los marginados y los excluidos, como se ve en el ministerio de Jesús.

En la literatura cristiana, Agar ha sido interpretada de diversas maneras. Algunos Padres de la Iglesia temprana, como Orígenes, vieron a Agar y Sara como representaciones de dos pactos: Agar simbolizando el antiguo pacto de la ley y Sara el nuevo pacto de la gracia (Gálatas 4:21-31). Esta interpretación alegórica, aunque influyente, no debe eclipsar el significado literal e histórico de la historia de Agar.

En conclusión, Agar es una figura compleja y convincente en la narrativa bíblica. Su historia, marcada por el sufrimiento, el encuentro divino y la promesa final, revela mucho sobre el carácter de Dios y su trato con la humanidad. Agar nos recuerda que las promesas y el cuidado de Dios se extienden más allá de las fronteras de etnicidad, estatus y género. Ella es un testimonio de la fidelidad de Dios y la profunda verdad de que Él ve y escucha los clamores de los afligidos.

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