¿Sabe Dios todos los posibles resultados de nuestras decisiones?

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El concepto de predestinación y presciencia divina es uno de los temas más profundos y complejos dentro de la teología cristiana. Toca la naturaleza de Dios, el libre albedrío humano y la intrincada relación entre el tiempo y la eternidad. Para abordar la pregunta, "¿Sabe Dios todos los posibles resultados de nuestras decisiones?" debemos profundizar en los atributos de Dios, particularmente Su omnisciencia, y explorar cómo esto interactúa con la libertad humana.

Desde una perspectiva cristiana no denominacional, es esencial afirmar la omnisciencia de Dios. La Escritura consistentemente retrata a Dios como omnisciente, poseyendo un conocimiento completo y perfecto de todas las cosas. El Salmo 147:5 declara: "Grande es nuestro Señor y poderoso en poder; su entendimiento no tiene límite." De manera similar, 1 Juan 3:20 nos dice: "Si nuestro corazón nos condena, sabemos que Dios es más grande que nuestro corazón, y él lo sabe todo."

La omnisciencia de Dios abarca no solo los resultados reales de los eventos, sino también todos los posibles resultados. Este concepto a menudo se refiere como "conocimiento medio", un término popularizado por el teólogo jesuita del siglo XVI Luis de Molina. El conocimiento medio postula que Dios sabe lo que cualquier criatura libre haría bajo cualquier conjunto dado de circunstancias, incluso si esas circunstancias nunca llegan a ocurrir. Esto significa que Dios es consciente de todas las decisiones potenciales y sus consecuencias, haciendo que Su conocimiento sea exhaustivo y completo.

Un pasaje bíblico clave que apoya esta idea se encuentra en 1 Samuel 23:10-13. En esta narrativa, David pregunta al Señor si la gente de Keilah lo entregaría a Saúl si permaneciera en su ciudad. Dios informa a David que efectivamente lo traicionarían, lo que lleva a David a huir. Esta interacción demuestra que Dios sabía lo que sucedería en un escenario hipotético, aunque ese escenario nunca se materializó.

Además, las palabras de Jesús en Mateo 11:21-23 proporcionan una visión adicional. Él pronuncia ayes sobre las ciudades de Corazín y Betsaida, afirmando que si los milagros realizados en ellas se hubieran hecho en Tiro y Sidón, esas ciudades se habrían arrepentido hace mucho tiempo. Esta declaración indica que Jesús posee conocimiento de lo que podría haber ocurrido bajo diferentes circunstancias, reforzando la idea de que el conocimiento de Dios incluye todos los posibles resultados.

Entender la omnisciencia de Dios de esta manera no niega el libre albedrío humano. En cambio, afirma que Dios, en Su infinita sabiduría, ha creado un mundo donde los seres humanos pueden tomar decisiones genuinas. Estas decisiones son conocidas por Dios, pero no son coaccionadas por Él. La relación entre la presciencia divina y la libertad humana es un misterio que trasciende la comprensión humana, sin embargo, es un misterio que la Escritura nos invita a reflexionar.

El apóstol Pablo lucha con estas verdades profundas en su epístola a los Romanos. En Romanos 8:29-30, escribe: "Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó para ser conformados a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos y hermanas. Y a los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; a los que justificó, también los glorificó." Este pasaje destaca la interacción entre la presciencia de Dios y Su obra de predestinación. La presciencia de Dios no abarca meramente una conciencia pasiva de los eventos futuros, sino que incluye un compromiso activo y deliberado con Su creación.

En Efesios 1:4-5, Pablo elabora más sobre este tema: "Porque él nos escogió en él antes de la creación del mundo para ser santos y sin mancha delante de él. En amor nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad." Aquí, Pablo enfatiza que la obra de predestinación de Dios está arraigada en Su amor y voluntad soberana. El conocimiento de Dios de todos los posibles resultados no hace que las decisiones humanas sean insignificantes; más bien, subraya la profundidad de Su sabiduría y la grandeza de Su plan redentor.

C.S. Lewis, en su libro "Mero Cristianismo", ofrece una analogía útil para entender la relación entre el conocimiento de Dios y el tiempo humano. Sugiere que Dios existe fuera del tiempo y ve toda la historia—pasado, presente y futuro—simultáneamente. Desde este punto de vista, Dios ve cada decisión posible y sus resultados sin estar limitado por las restricciones temporales. Lewis escribe: "Si imaginas el tiempo como una línea recta a lo largo de la cual tenemos que viajar, entonces debes imaginar a Dios como toda la página en la que se dibuja la línea."

Esta analogía nos ayuda a comprender cómo el conocimiento de Dios de todos los posibles resultados no infringe nuestra libertad. Experimentamos el tiempo secuencialmente, tomando decisiones momento a momento. Dios, sin embargo, percibe todos los momentos a la vez, plenamente consciente de cada elección potencial y sus ramificaciones. Esta perspectiva divina nos asegura que el plan de Dios no se ve frustrado por las acciones humanas, sino que está intrincadamente tejido en el tejido de la historia.

Otro aspecto importante a considerar es el propósito del conocimiento de Dios. La omnisciencia de Dios no es meramente un atributo pasivo; se emplea activamente en Su cuidado providencial de la creación. En Romanos 8:28, Pablo declara: "Y sabemos que en todas las cosas Dios obra para el bien de los que lo aman, que han sido llamados según su propósito." El conocimiento de Dios de todos los posibles resultados le permite orquestar eventos de una manera que finalmente trae a cabo Sus buenos propósitos.

Esta guía providencial es evidente a lo largo de la narrativa bíblica. La historia de José en Génesis 37-50 es un ejemplo primordial. A pesar de las acciones maliciosas de sus hermanos, Dios usa sus decisiones para lograr un bien mayor. El propio José reconoce esto en Génesis 50:20, diciendo: "Ustedes intentaron hacerme daño, pero Dios lo intentó para bien, para lograr lo que ahora se está haciendo, la salvación de muchas vidas." El conocimiento de Dios de todos los posibles resultados le permitió trabajar a través de las decisiones humanas para cumplir Su plan redentor.

La tensión entre la presciencia divina y la libertad humana es un misterio con el que los teólogos han luchado durante siglos. Aunque no podamos comprender completamente cómo coexisten estas dos realidades, podemos encontrar consuelo en la seguridad de que el conocimiento de Dios es perfecto y Sus propósitos son buenos. Nuestras decisiones importan, y son conocidas por Dios, quien amorosamente guía la historia hacia su cumplimiento final en Cristo.

En conclusión, desde la perspectiva de un pastor cristiano no denominacional, está claro que Dios conoce todos los posibles resultados de nuestras decisiones. Su omnisciencia abarca no solo el futuro real, sino cada escenario potencial. Este conocimiento no socava la libertad humana, sino que afirma la profundidad de la sabiduría de Dios y la belleza de Su plan redentor. A medida que navegamos por las complejidades de la vida, podemos confiar en que el conocimiento perfecto y el cuidado providencial de Dios están en acción, trayendo a cabo Sus buenos propósitos para aquellos que lo aman.

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