¿Qué criterios se utilizaron para determinar el canon de la Biblia?

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Determinar el canon de la Biblia fue un proceso intrincado y espiritualmente significativo que abarcó varios siglos. El término "canon" se refiere a la colección de libros que se consideran autoritativos e inspirados por Dios, formando la base de la fe y la práctica cristiana. Los criterios para determinar el canon eran multifacéticos, involucrando consideraciones teológicas, históricas y prácticas. Como pastor cristiano no denominacional, exploraré estos criterios en profundidad, proporcionando evidencia bíblica y perspectivas de la historia de la iglesia para esclarecer este importante tema.

Autoría o Asociación Apostólica

Uno de los criterios principales para la inclusión de un libro en el canon era su autoría o asociación apostólica. La iglesia primitiva puso un énfasis significativo en los escritos de los apóstoles, aquellos que habían sido elegidos directamente por Jesucristo y eran testigos oculares de Su ministerio, muerte y resurrección. Los libros escritos por apóstoles, como las Epístolas Paulinas, se consideraban autoritativos porque se creía que llevaban las enseñanzas y revelaciones del propio Cristo.

Por ejemplo, el Apóstol Pablo, en su carta a los Gálatas, afirma su autoridad apostólica al decir: "Pablo, apóstol—no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y Dios el Padre, que lo resucitó de los muertos" (Gálatas 1:1, ESV). Esta autoridad apostólica fue un factor clave en la aceptación de sus cartas como canónicas.

Ortodoxia y Consistencia

Otro criterio crucial era la ortodoxia del contenido. Los padres de la iglesia primitiva escrutaron cada texto para asegurarse de que sus enseñanzas fueran consistentes con las doctrinas establecidas del cristianismo. Cualquier libro que contuviera enseñanzas contrarias a las creencias fundamentales de la fe era excluido del canon. Este proceso de evaluación aseguraba que el canon fuera un testigo confiable y unificado de la verdad del evangelio.

El Apóstol Juan advierte contra las falsas enseñanzas en sus epístolas, destacando la importancia de la pureza doctrinal: "Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo" (1 Juan 4:1, ESV). Este énfasis en probar y verificar las enseñanzas fue un principio rector en la formación del canon.

Aceptación Universal

El criterio de la aceptación universal, también conocido como catolicidad, fue otro factor significativo. Un libro necesitaba ser ampliamente aceptado y utilizado por la mayoría de las comunidades cristianas en diferentes regiones. Esta aceptación generalizada se veía como evidencia de la guía del Espíritu Santo en llevar a la iglesia a reconocer los textos inspirados.

Los concilios de la iglesia primitiva, como el Concilio de Cartago en el año 397 d.C., jugaron un papel fundamental en la afirmación del canon. Estos concilios estaban compuestos por obispos y líderes de la iglesia de varias regiones que colectivamente discernían qué libros eran universalmente reconocidos como autoritativos. Las decisiones tomadas en estos concilios no eran arbitrarias, sino que se basaban en el uso y la aceptación prolongados de los textos dentro de la comunidad cristiana.

Uso Litúrgico

El uso litúrgico de un texto en el culto y la enseñanza era otro criterio importante. Los libros que se leían y exponían regularmente en los servicios de adoración cristiana tenían más probabilidades de ser reconocidos como canónicos. El uso constante de estos textos en la vida de la iglesia demostraba su valor espiritual y autoridad.

Por ejemplo, los escritos de los profetas y los Salmos eran integrales en la adoración judía y se trasladaron naturalmente a la liturgia cristiana. El Apóstol Pablo, en su carta a los Colosenses, fomenta el uso de salmos, himnos y cánticos espirituales en la adoración: "La palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos, himnos y cánticos espirituales" (Colosenses 3:16, ESV). Este uso litúrgico subraya la importancia de los textos en la vida espiritual de la comunidad.

Inspiración y Calidad Divina

La creencia en la inspiración divina de los textos fue quizás el criterio más fundamental. La iglesia primitiva creía que los libros canónicos eran inspirados por el Espíritu Santo y llevaban la marca distintiva de la autoría divina. Esta inspiración a menudo se reconocía a través del poder transformador de los textos y su capacidad para convencer, consolar y guiar a los creyentes.

El Apóstol Pedro reconoce la inspiración divina de las Escrituras en su segunda epístola: "Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo" (2 Pedro 1:21, ESV). Este reconocimiento del papel del Espíritu Santo en la producción de las Escrituras fue un factor clave en el discernimiento del canon.

Exactitud Histórica y Profética

La exactitud histórica y profética fue otro criterio utilizado para evaluar los libros canónicos. La iglesia primitiva examinó la fiabilidad histórica de los textos y su cumplimiento de declaraciones proféticas. Los libros que contenían inexactitudes históricas o profecías no cumplidas se consideraban sospechosos y no se incluían en el canon.

El Evangelio de Lucas, por ejemplo, enfatiza su exactitud histórica en los versículos iniciales: "Puesto que muchos han intentado poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido" (Lucas 1:1-4, ESV). Esta atención al detalle histórico fue un aspecto importante de la evaluación canónica.

El Papel del Espíritu Santo

A lo largo del proceso de determinar el canon, la iglesia primitiva dependía profundamente de la guía del Espíritu Santo. Los padres de la iglesia creían que el Espíritu Santo estaba activamente involucrado en llevar a la comunidad de creyentes a reconocer los textos inspirados. Esta dependencia del Espíritu Santo estaba arraigada en la promesa de Jesús de enviar al Espíritu para guiar a Sus discípulos a toda la verdad: "Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir" (Juan 16:13, ESV).

El Canon del Antiguo Testamento

El canon del Antiguo Testamento fue en gran medida heredado de la comunidad judía, que ya había reconocido un conjunto de escrituras autoritativas. La Biblia hebrea, conocida como el Tanaj, consiste en la Torá (Ley), Nevi'im (Profetas) y Ketuvim (Escritos). Para la época de Jesús, esta colección ya se consideraba sagrada y autoritativa.

El propio Jesús afirmó la autoridad de las escrituras del Antiguo Testamento, como se ve en Su respuesta a los líderes religiosos: "No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir" (Mateo 5:17, ESV). Por lo tanto, los primeros cristianos aceptaron el Antiguo Testamento como parte de su canon, reconociendo su continuidad con las enseñanzas de Jesús y los apóstoles.

El Canon del Nuevo Testamento

La formación del canon del Nuevo Testamento fue un proceso más gradual, involucrando los criterios mencionados anteriormente. Los primeros cristianos dependían de las enseñanzas orales de los apóstoles y las escrituras del Antiguo Testamento. Sin embargo, a medida que los apóstoles comenzaron a escribir cartas y relatos de la vida de Jesús, estos escritos se circularon y veneraron dentro de las comunidades cristianas.

El proceso de canonización no estuvo exento de controversia. Ciertos libros, como el Libro de Apocalipsis y la Epístola de Santiago, enfrentaron escrutinio y debate antes de ser aceptados en el canon. Los padres de la iglesia primitiva, como Atanasio, Jerónimo y Agustín, jugaron roles significativos en abogar por el reconocimiento del canon del Nuevo Testamento.

Atanasio, en su Carta Festal del año 367 d.C., proporcionó una de las primeras listas de los 27 libros del Nuevo Testamento que se reconocen hoy. Escribió: "Estas son las fuentes de la salvación, para que los que tienen sed puedan ser satisfechos con las palabras vivas que contienen. En estos solos se proclama la doctrina de la piedad." Esta afirmación de un líder prominente de la iglesia ayudó a solidificar el reconocimiento del canon del Nuevo Testamento.

Conclusión

Los criterios utilizados para determinar el canon de la Biblia fueron comprensivos y profundamente arraigados en el compromiso de la iglesia primitiva de preservar las verdaderas enseñanzas de Jesucristo y los apóstoles. La autoría apostólica, la ortodoxia, la aceptación universal, el uso litúrgico, la inspiración, la exactitud histórica y profética, y la guía del Espíritu Santo jugaron roles cruciales en este proceso. El resultado es una colección de textos sagrados que han resistido la prueba del tiempo y continúan guiando e inspirando a los creyentes en todo el mundo.

El canon de la Biblia no es meramente un artefacto histórico, sino un testimonio vivo de la fidelidad de Dios en preservar Su Palabra para Su pueblo. Como nos recuerda el Apóstol Pablo, "Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra" (2 Timoteo 3:16-17, ESV). El canon de las Escrituras sigue siendo una base vital para la fe cristiana, ofreciendo guía, sabiduría y esperanza a todos los que buscan conocer a Dios y seguir Sus caminos.

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