¿Cómo pueden los cristianos alinear sus deseos con la voluntad de Dios?

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Alinear nuestros deseos con la voluntad de Dios es un viaje profundo y transformador, central en la vida cristiana. Esta alineación no se trata meramente de adherirse a un conjunto de reglas, sino de cultivar una relación profunda e íntima con Dios, permitiendo que Su Espíritu moldee nuestros corazones y mentes. Los cristianos a menudo luchan con la pregunta de cómo discernir y alinear sus deseos personales con la voluntad divina de Dios. Este proceso implica entender el carácter de Dios, sumergirse en las Escrituras, la oración y ser parte de una comunidad de fe.

El fundamento de alinear nuestros deseos con la voluntad de Dios comienza con entender quién es Dios. La Biblia revela a Dios como amoroso, justo, santo y soberano. En Isaías 55:8-9, leemos: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, declara el Señor. Porque como los cielos son más altos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos y mis pensamientos que vuestros pensamientos." Reconocer la trascendencia de Dios y Su sabiduría perfecta nos ayuda a confiar en que Su voluntad es en última instancia para nuestro bien, incluso cuando diverge de nuestros deseos inmediatos.

La inmersión en las Escrituras es fundamental. La Biblia no es solo un documento histórico, sino la palabra viva de Dios, activa y transformadora. Hebreos 4:12 dice: "Porque la palabra de Dios es viva y eficaz. Más cortante que cualquier espada de dos filos, penetra hasta dividir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos; juzga los pensamientos y las intenciones del corazón." La lectura y meditación regular en las Escrituras sintonizan nuestros corazones con la voz de Dios y alinean nuestros deseos con los Suyos. Por ejemplo, los Salmos están llenos de expresiones de anhelo humano y guía divina. El Salmo 37:4 nos anima: "Deléitate en el Señor, y Él te concederá los deseos de tu corazón." Este versículo sugiere que a medida que encontramos nuestra alegría y satisfacción en Dios, nuestros deseos comienzan a reflejar los Suyos.

La oración es otra práctica esencial. Es a través de la oración que nos comunicamos con Dios, exponiendo nuestros corazones y buscando Su guía. Jesús modeló esto en el Jardín de Getsemaní cuando oró: "No se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lucas 22:42). Esta sumisión a la voluntad de Dios, incluso ante una angustia personal inmensa, ejemplifica el enfoque cristiano de alinear nuestros deseos con la voluntad de Dios. En la oración, no solo presentamos nuestras peticiones, sino que también escuchamos la voz de Dios, permitiéndole remodelar nuestros deseos.

Ser parte de una comunidad de fe proporciona apoyo y responsabilidad. Proverbios 27:17 dice: "Como el hierro se afila con el hierro, así un hombre afila a otro." Participar con otros creyentes a través de la adoración, el estudio y la comunión nos ayuda a discernir la voluntad de Dios y nos anima a perseguirla. La comunidad puede ofrecer sabiduría, corrección y aliento, ayudándonos a mantenernos alineados con los propósitos de Dios.

Además, el proceso de alinear nuestros deseos con la voluntad de Dios implica una entrega continua de nuestra propia voluntad. Esta entrega no es un evento único, sino una elección diaria. Romanos 12:1-2 nos insta: "Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta." Ofrecer nuestros cuerpos como sacrificios vivos significa ceder nuestros deseos, ambiciones y planes a la voluntad de Dios, confiando en que Sus planes son mucho mejores.

C.S. Lewis, en su libro "Mero Cristianismo", discute elocuentemente la transformación que ocurre cuando alineamos nuestros deseos con la voluntad de Dios. Él escribe: "Cuanto más dejamos que Dios nos tome, más verdaderamente nos convertimos en nosotros mismos, porque Él nos hizo. Él inventó a todas las personas diferentes que tú y yo estábamos destinados a ser... Es cuando me vuelvo a Cristo, cuando me entrego a Su Personalidad, que empiezo a tener una verdadera personalidad propia." Lewis sugiere que la verdadera realización e identidad se encuentran no en perseguir nuestros propios deseos, sino en rendirse a la voluntad de Dios.

En términos prácticos, alinear nuestros deseos con la voluntad de Dios podría significar tomar decisiones difíciles que van en contra de nuestras inclinaciones naturales. Podría implicar perdonar a alguien que nos ha hecho daño, como Jesús enseñó en Mateo 6:14-15: "Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes sus ofensas." Podría significar servir a otros desinteresadamente, como Jesús ejemplificó al lavar los pies de Sus discípulos (Juan 13:1-17), o priorizar el tiempo con Dios sobre otras actividades.

También debemos ser conscientes del papel del Espíritu Santo en esta alineación. El Espíritu Santo, que habita en los creyentes, nos guía, nos convence y nos capacita para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. Gálatas 5:16-17 aconseja: "Así que les digo: vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa. Porque la naturaleza pecaminosa desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu lo que es contrario a la naturaleza pecaminosa. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren." Al ceder al Espíritu Santo, encontramos que nuestros deseos se alinean cada vez más con los de Dios.

Además, es esencial cultivar un corazón de gratitud y contentamiento. A menudo, nuestros deseos son impulsados por un sentido de carencia o insatisfacción. Pablo, en Filipenses 4:11-13, comparte su secreto para el contentamiento: "No digo esto porque esté necesitado, pues he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece." El contentamiento en Cristo nos ayuda a confiar en la provisión y el tiempo de Dios, alineando nuestros deseos con Su voluntad.

Por último, es importante recordar que este viaje es un proceso. No siempre lo haremos bien, y habrá momentos en que nuestros deseos entren en conflicto con la voluntad de Dios. En esos momentos, debemos confiar en la gracia de Dios y en la seguridad de Su amor. Filipenses 1:6 ofrece aliento: "Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús." Dios es paciente y fiel, y continuará trabajando en nosotros, moldeando nuestros deseos para alinearlos con Su perfecta voluntad.

En resumen, alinear nuestros deseos con la voluntad de Dios implica una relación profunda con Él, inmersión en las Escrituras, oración, comunidad, entrega, la guía del Espíritu Santo y cultivar el contentamiento. Es un viaje de transformación de por vida, donde reflejamos cada vez más el corazón y los propósitos de Dios. A medida que nos deleitamos en el Señor, descubrimos que nuestros deseos se convierten en Sus deseos, y experimentamos la plenitud de vida que Él tiene para nosotros.

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