¿Qué dice la Biblia sobre que las mujeres se cubran la cabeza?

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El tema de las mujeres cubriéndose la cabeza es uno que ha intrigado a teólogos, eruditos y laicos por igual durante siglos. Es un tema profundamente arraigado en contextos históricos, culturales y teológicos. Para entender lo que la Biblia dice sobre las mujeres cubriéndose la cabeza, debemos adentrarnos en las Escrituras, particularmente en el Nuevo Testamento, y explorar el trasfondo cultural de la iglesia cristiana primitiva.

El pasaje principal que aborda el tema de los velos para las mujeres se encuentra en 1 Corintios 11:2-16. El apóstol Pablo escribe a la iglesia en Corinto, una ciudad diversa y cosmopolita, proporcionando orientación sobre una variedad de temas relacionados con la adoración y la conducta dentro de la comunidad cristiana. En este pasaje, Pablo dice:

"Os alabo porque en todo os acordáis de mí y retenéis las tradiciones tal como os las entregué. Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo hombre, y el hombre es la cabeza de la mujer, y Dios es la cabeza de Cristo. Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta deshonra su cabeza. Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta deshonra su cabeza; es lo mismo que si se hubiera rapado. Porque si una mujer no se cubre la cabeza, que también se corte el cabello; pero si es vergonzoso para una mujer cortarse el cabello o raparse, entonces que se cubra la cabeza" (1 Corintios 11:2-6, NVI).

Para comprender completamente las implicaciones de este pasaje, es esencial entender el contexto cultural de la época. En el mundo grecorromano, los velos eran una práctica común entre las mujeres, simbolizando modestia y respetabilidad. Una mujer con la cabeza descubierta podría ser percibida como inmodesta o incluso moralmente sospechosa. En la tradición judía, las mujeres casadas también se cubrían la cabeza como señal de su estado civil y devoción a sus maridos.

Las instrucciones de Pablo a los corintios reflejan estas normas culturales, pero también tienen un significado teológico. Pablo enfatiza el orden de autoridad: Dios es la cabeza de Cristo, Cristo es la cabeza del hombre, y el hombre es la cabeza de la mujer. Esta jerarquía no se trata de superioridad o inferioridad, sino de roles y responsabilidades dentro del orden creado. La apelación de Pablo a los velos está ligada a esta comprensión de la jefatura y el honor.

En los versículos 7-10, Pablo continúa:

"El hombre no debe cubrirse la cabeza, ya que él es la imagen y gloria de Dios; pero la mujer es la gloria del hombre. Porque el hombre no procede de la mujer, sino la mujer del hombre; ni el hombre fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del hombre. Por lo tanto, la mujer debe tener autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles" (1 Corintios 11:7-10, NVI).

La referencia de Pablo a la creación subraya su argumento. Él se remonta al relato de Génesis, donde la mujer fue creada de la costilla del hombre (Génesis 2:21-23). Este orden de creación es fundamental para la enseñanza de Pablo sobre la jefatura y los velos. La mención de los ángeles es intrigante y ha sido interpretada de diversas maneras. Algunos eruditos sugieren que los ángeles, como testigos de la adoración de la iglesia, están preocupados por el orden y la decencia adecuados.

En los versículos 11-12, Pablo equilibra su argumento afirmando la dependencia mutua de hombres y mujeres:

"Sin embargo, en el Señor, ni la mujer es independiente del hombre, ni el hombre de la mujer. Porque así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer. Pero todo procede de Dios" (1 Corintios 11:11-12, NVI).

Esta interdependencia mutua destaca la igualdad y dignidad de hombres y mujeres a los ojos de Dios. Aunque hay roles distintos, no hay lugar para el orgullo o un sentido de superioridad.

Pablo concluye su discusión sobre los velos apelando a la práctica de las iglesias:

"Juzgad vosotros mismos: ¿Es apropiado que una mujer ore a Dios con la cabeza descubierta? ¿No os enseña la misma naturaleza que si un hombre tiene el cabello largo, es una deshonra para él, pero que si una mujer tiene el cabello largo, es su gloria? Porque el cabello largo le es dado como un velo. Si alguien quiere ser contencioso sobre esto, nosotros no tenemos otra práctica, ni las iglesias de Dios" (1 Corintios 11:13-16, NVI).

Aquí, Pablo apela al orden natural y las costumbres aceptadas de la iglesia. Reconoce que el cabello largo en sí mismo puede servir como un velo, pero mantiene la importancia de adherirse a la práctica establecida de los velos durante la adoración.

Es importante notar que las interpretaciones de este pasaje varían entre los cristianos. Algunos ven las instrucciones de Pablo como culturalmente específicas para la iglesia de Corinto y no necesariamente vinculantes para todos los cristianos hoy en día. Otros lo ven como un principio atemporal que debe observarse en la adoración contemporánea.

Al examinar la narrativa bíblica más amplia, vemos que los velos no son un tema central. El Antiguo Testamento no prescribe velos para las mujeres en la adoración, aunque incluye referencias a mujeres cubriéndose la cabeza en ciertos contextos (por ejemplo, Rebeca en Génesis 24:65). El Nuevo Testamento tampoco enfatiza los velos fuera de este pasaje en 1 Corintios.

Los padres de la iglesia primitiva, como Tertuliano y Agustín, abordaron el tema de los velos, a menudo afirmando la práctica basada en las instrucciones de Pablo. En los siglos que siguieron, los velos se convirtieron en una práctica común en muchas tradiciones cristianas, particularmente en las iglesias ortodoxas orientales, católicas romanas y algunas protestantes.

En el cristianismo contemporáneo, la práctica de las mujeres cubriéndose la cabeza varía ampliamente. Algunas denominaciones y congregaciones continúan manteniendo la tradición, mientras que otras no la consideran necesaria. La clave es abordar el tema con un espíritu de humildad y un deseo de honrar a Dios en la adoración.

En última instancia, la cuestión de los velos debe llevarnos a reflexionar sobre los principios más profundos de modestia, respeto y orden en la adoración. Ya sea que una mujer elija cubrirse la cabeza o no, el enfoque debe estar en honrar a Dios y fomentar un ambiente de adoración que refleje Su gloria y orden.

En conclusión, la enseñanza de la Biblia sobre las mujeres cubriéndose la cabeza está arraigada en el contexto cultural y teológico de la iglesia primitiva. Aunque las interpretaciones y prácticas pueden variar, los principios subyacentes de jefatura, honor y respeto mutuo siguen siendo relevantes. Como creyentes, estamos llamados a abordar este tema con gracia y un deseo de glorificar a Dios en todo lo que hacemos.

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