¿Qué enseña Malaquías 3:8-10 sobre el diezmo?

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Malaquías 3:8-10 es uno de los pasajes más citados en las discusiones sobre el diezmo, y ofrece una profunda visión de la práctica desde una perspectiva bíblica. Este pasaje dice:

"¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Pero decís: '¿En qué te hemos robado?' En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, toda la nación, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde." (Malaquías 3:8-10, NVI)

Para comprender plenamente lo que Malaquías 3:8-10 enseña sobre el diezmo, debemos profundizar en las dimensiones históricas, teológicas y prácticas del texto.

Contexto Histórico

El libro de Malaquías es el último libro del Antiguo Testamento y es parte de los Profetas Menores. Fue escrito durante un período en el que los israelitas habían regresado del exilio babilónico y estaban en el proceso de reconstruir su templo y comunidad. A pesar de su regreso, el pueblo de Israel estaba luchando con problemas de fidelidad y obediencia a Dios. Las profecías de Malaquías abordan estos problemas, llamando al pueblo a una relación sincera y de pacto con Dios.

En este pasaje en particular, Dios, a través del profeta Malaquías, confronta a los israelitas sobre su falta de traer los diezmos y ofrendas requeridos. El diezmo era una práctica establecida en la Ley Mosaica, donde se ordenaba a los israelitas dar una décima parte de su producción y ganado para apoyar al sacerdocio levítico, el templo y los necesitados (Levítico 27:30-32, Números 18:21-24, Deuteronomio 14:22-29).

Implicaciones Teológicas

Malaquías 3:8-10 aborda varios temas teológicos críticos:

  1. Propiedad Divina y Mayordomía Humana: El pasaje comienza con la provocativa pregunta, "¿Robará el hombre a Dios?" Esta pregunta establece el principio de que todo pertenece a Dios, y los humanos son meros administradores de Sus recursos. Cuando los israelitas retenían sus diezmos, no solo estaban fallando en un deber religioso; esencialmente estaban robando a Dios de lo que era legítimamente Suyo. Esto subraya la creencia de que el diezmo no es solo una transacción financiera, sino un reconocimiento de la soberanía y provisión de Dios.

  2. Fidelidad Pactual: La falta de diezmar se presenta como una violación del pacto entre Dios e Israel. La relación de pacto requería fidelidad mutua: Dios prometió bendecir y proteger a Israel, y a cambio, Israel debía obedecer las leyes y mandamientos de Dios. Al retener los diezmos, los israelitas estaban rompiendo sus obligaciones pactuales, lo que llevó a la maldición mencionada en el pasaje.

  3. Bendición y Provisión Divina: Dios desafía a los israelitas a "probarlo" trayendo todo el diezmo al alfolí. Esta es una de las pocas instancias en la Biblia donde Dios invita a Su pueblo a probarlo. La promesa es que si son fieles en el diezmo, Dios "abrirá las ventanas de los cielos y derramará sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde." Esta promesa destaca el deseo de Dios de bendecir abundantemente a Su pueblo cuando confían y obedecen.

Aplicación Práctica

Comprender el contexto histórico y teológico de Malaquías 3:8-10 nos ayuda a aplicar sus principios a nuestras vidas hoy. Aunque la práctica específica del diezmo prescrita en la Ley Mosaica puede no aplicarse directamente a los creyentes del Nuevo Testamento, los principios subyacentes siguen siendo relevantes.

  1. Reconociendo la Propiedad de Dios: Como cristianos, estamos llamados a reconocer que todo lo que tenemos proviene de Dios. Este reconocimiento debería llevarnos a vivir como administradores fieles de Sus recursos. El diezmo, o cualquier forma de dar, es una manera tangible de demostrar nuestra confianza en la provisión de Dios y nuestro compromiso con Su obra.

  2. Fidelidad Pactual en el Nuevo Pacto: En el Nuevo Testamento, Jesús cumple el Antiguo Pacto y establece un nuevo pacto basado en la gracia y la fe (Hebreos 8:6-13). Aunque los requisitos legales específicos del diezmo no se imponen a los creyentes del Nuevo Testamento, se enfatiza el principio de dar generosamente y sacrificialmente. Pablo anima a los creyentes a dar voluntariamente y con alegría, no por obligación, porque "Dios ama al dador alegre" (2 Corintios 9:7). Nuestra ofrenda debe reflejar nuestra gratitud por la gracia de Dios y nuestro compromiso con Su reino.

  3. Experimentando la Bendición de Dios: La promesa de bendición en Malaquías 3:10 no es un mensaje de evangelio de prosperidad, sino un principio de la fidelidad de Dios. Cuando honramos a Dios con nuestros recursos, nos posicionamos para recibir Sus bendiciones, que pueden venir en diversas formas: espirituales, relacionales o materiales. Jesús enseñó que cuando buscamos primero el reino de Dios, todas nuestras necesidades serán provistas (Mateo 6:33). Nuestra ofrenda debe ser un acto de fe, confiando en que Dios suplirá nuestras necesidades y nos bendecirá de maneras que se alineen con Su voluntad y propósitos.

Conclusión

Malaquías 3:8-10 ofrece una lección atemporal sobre la importancia del diezmo y la ofrenda como una expresión de nuestra fe y obediencia a Dios. Nos desafía a reconocer la propiedad de Dios sobre todo lo que tenemos, a vivir fielmente dentro de la relación de pacto que tenemos con Él y a confiar en Su promesa de provisión y bendición. Ya sea que sigamos un diezmo estricto o practiquemos la generosidad de otras maneras, el corazón del asunto es nuestra disposición a honrar a Dios con nuestros recursos y participar en Su obra en la tierra. Al hacerlo, podemos experimentar la alegría y la bendición que provienen de vivir como administradores fieles de la abundante gracia de Dios.

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